Ayer estaba tomando algo por la Barceloneta con una amiga de Suecia que vino para pasar unos días.
Mí amiga es una chica turca que hace 10 años me contó sobre un problema familiar gordo.
Sus padres, unos turcos según ellos mismos, “modernos y progresistas“, la habían echado de casa.
Ya no la querían bajo su techo.
¿Y por qué?
Pues, fue porque la turca les trajo su nuevo novio a casa.
Y su nuevo novio era un negro africano.
Y para colmo, somalí.
De Somalia.
Un pirata de estos.
A ver.
Dentro lo que es África, los somalis tienen el único país del mundo que no cuenta con un gobierno.
Esta gente es ingobernable.
No respetan las leyes.
Sus vecinos, los keniatas y los etíopes no los pueden ver.
De hecho, si un día quieres insultar a un etíope, pregúntale si es de Somalia.
A mi me gusta hacerlo.
Es como si un catalán de Vic, que está de vacaciones en Londres, le preguntasen si es de Jaen o de Sevilla.
Les jode.
Bueno.
Que un turco “moderno y progresista” deje a su hija salir con negro somalí, es pedir demasiado.
Bueno, pasaron 9 años de novios y luego se casaron.
Los turcos vinieron a la boda negra con muy mala cara, y el verano pasado mi amiga me dijo que tenía OTRO problema familiar.
Otro follón.
¿Qué pasó?
Pues, en la misma luna de miel, su marido somali le puso los cuernos con una argentina y unos meses más tarde la dejó.
Y luego le pidió el divorcio.
Y luego se trajo a la boluda a Suecia.
Supuestamente, el negro ahora está súper-feliz.
Por lo menos así figura en su instagram.
Joder.
Argentina debe a estar peor de lo que yo creía.
Me gustaría saber lo que dicen los abuelos de aquella boluda.
O los amigos del hermano.
Bueno.
Al tema.
Estábamos tomando algo y pasaron 15 negros somalis de Suecia o de Londres en bicicletas eléctricas.
Zoom
Zoom
Zoom
Eran 15 guiris haciendo el payaso en el parque temático que se ha convertido Barcelona.
¿Y?
Pues me recordé de la película “Una saga de Bronx” en que unos jóvenes negros pasan por el Bronx en bicicletas, y los espaguetis pillan tal cabreo que les pegan con bates de béisbol en las cabezas.
¡Toma negro de mierda!
¡Fuckin nigger!
¡Fuera del Bronx!
¡Cataplán!
¡Zasca!
¡Pum!
Pues eso no fue lo que pasó.
En vez de sacar peste al ver 15 piratas en bicicletas eléctricas, mi amiga turca se quedó hipnotizada.
Hipnotizadisima.
Se ve que aún le van los negritos.
Aún está con “el jungle fever”.
Es lo que hay.
A ver, no me voy a explayar en explicar porque esto es un secuestro mental.
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