Uno de mis vecinos de la Barceloneta roba.
Es ladrón.
Ladrón de poca monta.
No atraca ni bancos ni joyerías, pero sigue siendo un ladrón.
Cada 6 meses “desaparece”.
“Paco está en el hotel”, nos cuenta su madre cuando desaparece, y todos vivimos un poquito mejor hasta su querido hijo sale del talego.
Sobre todo la madre.
¿Y qué roba?
Pues se levanta temprano, se pone un uniforme de mozo de almacén y callejea.
Cuando viene un camión para entregar mercancía a alguno de los muchos restaurantes del Paseo Juan de Borbón, aprovecha el despiste y se lleva lo que puede.
Es normal que me encuentre con jamones de bellota, botellas de soberano, latas de fanta-naranja, kit-kats, o pollos congelados en la escalera.
Es ladrón de poca monta.
Lo de Paco siempre me pareció una vida rara.
Pero…
Llevaba 5 años en Epson cuando un día, junto con otras 20 pringaos, me echaron.
Pero, no nos echaron todos a la vez a las 09.00 de la mañana.
No.
Echaban a una persona cada media hora y tardaron todo el día.
Yo fui el último en ser despachado.
Dos semanas más tarde, estaba de vuelta a la oficina para firmar el finiquito.
Estaba con Eva, la única persona de Recursos Humanos que no era inhumana.
Eva se levantó para hacer una fotocopia y me dejó solo en la misma sala de visitas que yo utilizaba para reunirme con clientes.
Noté que habían puesto nuevos proyectores en la mesas.
Uno proyectores ultra-ligeros que impresionaban a todo el mundo.
“Este proyector es nuevo y lo venden a 2.000 €“, me dijo una voz que no estaba acostumbrado de oír
Era mi propia voz.
En la sala de al lado había otro proyector del mismo modelo ultra-ligero.
No pesaban nada y cabían dos en una mochila.
“Tu jefe te dijo que te subiría el sueldo, pero te echó”, me dijo la voz, “ibas a cobrar 35.000 € y ahora estás en el puto paro“.
Calla, calla.
Eché otro ojo al proyector de la otra sala.
“Lo podrías vender por 900 € sin esforzarte“, me dijo la voz.
Calla, calla.
Pero la voz no callaba.
“Eva tardará 5 minutos en volver.
Te levantas
Quitas los cables
Lo metes en la mochila, y nadie lo notará”
Nadie.
Se van a creer que lo han movido a otra sala”.
Hice un reflexión, y como había trabajado 5 años en esa empresa, sabía que la voz tenía 100 % razón.
Nadie lo notaría.
Jamás me sospecharían.
“Tardarías menos de un minuto. Te dijeron que te iban a subir el sueldo y te echaron”.
Calla, calla.
Pero, en vez de callar, la voz se puso más agresiva.
Más toca-cojones.
“¡900 € en una mañana!
¡900 putos euros le puedes sacar!
Que se jodan, los hijos de puta.
Venga cobarde, venga… ¡levántate!”
Pues eso.
Esa tarde entendí porqué le gustaba robar a Paco.
Solo pensar en robar el proyector, me emocionaba.
Se me ponían los pelos de punta.
Me sentía vivo.
¿Y?
Pues mira, para vender con email se trata de entender y saber qué siente y qué quiere la OTRA persona.
No tú, el OTRO.
Si sabes eso, no hace falta tanta tecnología.
No hacen falta mega embudos de marketing.
Hace falta escribir un email.
Mandarlo a la lista.
Y luego, repetir.
Y repetir.
Y repetir.
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