Soy sueco aunque no lo parezca, y de vez en cuando me pasan cosas curiosas cuando voy a Suecia.

Una vez me tocaba madrugar a las cinco para coger el primer aerobús que salía a las cinco y media de Plaça de Catalunya.

Cuando llego aún es de noche, y como no hay hay cola pienso que podré dormir 20 minutos en el bus.

Un poco antes de subir, una chica rubia y bajita me para y se me pone a mirar.

– ¿Hoola?

Pasan sin exagerar, diez segundos hasta que la chica responde…

– Do yu speak english?

Aunque a estas horas no quiero hablar con nadie, le digo en inglés que hablo inglés. Pasan otros diez segundos y me vuelve a decir:

– Ccan yu hep me?

Por su acento en inglés, me doy cuenta de que la rubia es sueca.

Una cosa que no he mencionado y que es muy obvio para mí, esta chica, con minifalda negra, y camisa , que mide 1,65 y que pesa 50 kilos, va taja perdida.

Pero taja, taja.

No es una taja violenta ni loca como la que pilló Melendi en su vuelo a México.

Está borracha de la misma manera que los rusos que se emborrachan y se mueren de frio.

Mientras que me cuenta que es su primera noche en Barcelona y que ha perdido su móvil y sus amigos, casi se cae dos veces.

Me entra una mezcla de pena y risa, y le pregunto si le puedo ayudar con algo.

Los que dicen que las mujeres pueden hacer dos cosas a la vez tendrían que haber visto lo que le costó a la sueca borracha estar de pie y vocalizar una frase comprensible a la vez.

Estaba a punto de irme cuando al final dice…

– Do yu know where my hotel is?

Como no la sigo en twitter, le tengo que preguntar el nombre de su hotel.

Pasan seguramente 30 segundos laaargos en que la sueca borracha no dice nada.

Es como si le hubiera preguntado cuál es el sentido de la vida. Como veo que se está formando una cola, otra vez estoy a punto de irme.

Al final dice…

– It’s called Hotel nosecuantos.

Por fin avanzamos un poco.

Como no tengo ni la menor idea sobre su hotel, saco mi móvil para buscarlo y veo que la borrachina tiene suerte.

El hotel está cerca.

Si no se para a tomar otro cubata de cinco euros, no tendrá que dormir con los vagabundos en Plaça Catalunya.

Le explico que tiene que caminar 200 metros para llegar a La Rambla y luego girar a la derecha después del Carrefour.

Fácil ¿no?

Veo su cara y parece que le haya explicado cómo montar un embudo de ventas de esos que los budas de los embudas vende. 

Se lo cuento de nuevo, y esta vez más l-e-n-t-o.

La sueca borracha me mira, abre la boca y la frase que consigue formular es…

– ¿Raaambla? ¿What rambla?

Ahora la cola del bus es tres veces más larga que hace dos minutos y me arrepiento de no haber pillado un taxi.

Ya se acabó mi paciencia, suelto mi maleta, la cojo de los dos hombros y le grito, pero no en inglés sino en sueco.

-ESCÚCHAME, ANDA 200 METROS HACIA UNA AVENIDA ANCHA Y GIRA DESPUÉS DEL CARREFOUR Y TEN MUCHO CUIDADO.

Cuando me oye gritándole en sueco, su cara cambia completamente.

Yo creía que le estaba haciendo un favor, pero, la sueca borracha empieza a… llorar

Y no por felicidad.

Escucha.

Antes de contarte por qué se puso a llorar, vamos a hacer un experimento.

Imagínate que un español de Jaén está en la misma situación que la sueca borracha, pero no en Barcelona, sino en Estocolmo, y no Junio sino en mitades de Diciembre.

Es decir, hace un frío del copón.

El chico está solo porque todos sus amigos han ligado y no les puede llamar porque su móvil se le ha congelado.

Como no tiene ni idea dónde está su hotel, está mirando en qué portal va a dormir y pillar su primera pulmonía doble.

Entonces, se cruza conmigo mientras que estoy yendo a la estación de tren, y me pregunta…

– Hhheyy, duyu espik inglis? Ay nid som hhhelp.

Con semejante pronunciación, noto que el chaval ha sacado un Máster de inglés en la Universidad de Cambrils.

Ahora para la pregunta del millón.

¿Si le hablo en castellano en vez de inglés, va a reaccionar como la sueca?

¿Va a llorar?
¿Va a flipar?
¿Va agradecer a Dios?

Tú mismo.

Ahora, imagínate que no es Jaén sino de un pueblo perdido del interior de Girona, y yo y en vez de hablarle en castellano le hablara en catalán.

¿Se va a correr?
¿Se va a orgasmar?
¿Me va a abrazar?

Tú mismo.

Entonces.

¿Y la sueca borracha por qué lloró?

Pues mira…

En España, la mayoría de gente que estudia inglés lo hace para conseguir un mejor trabajo o para no hacer el ridículo cuando viajan. Es algo practico.

En la pirámide de necesidades está por el fondo.

En un país pequeño como Suecia que importa literatura, cine y televisión de EE.UU porque no produce suficiente en sueco, hablar bien inglés cumple otra necesidad.

Muchos suecos hablan tan bien el inglés y son tan vanidosos que quieren creer que son nativos de Londres, Brooklyn o Los Ángeles.

Y si tú vienes y les rompes esa imagen en pedazos agitándoles por los hombros y gritandoles en sueco, porque no quieres perder un bus, pues…

…en vez de agradecerte, te los toca ver llorar.

Joder.

La vanidad es tan fuerte que hay mujeres que anteponen la opinión de un desconocido completo, a las posibles acciones de cuatro rateros de las Ramblas en búsqueda de una presa fácil.

Es lo que hay.

Ahora…

Mi curso de 3 meses de cómo vender con email se llama “El hombre que engaña a las suecas y vende con email“, y una de las cosas que enseño es cómo usar la vanidad para que sea tu AMIGO en vez de tu ENEMIGO.

¿Cómo se hace eso?

Pues, aquí lo enseño… 30 días – 60 emails. 

Suscríbete a la lista

 

 

Al suscribirte recibirás emails diarios con ofertas de Nicolás Reyes y te puedes dar te baja en cualquier momento.